Cannabis medicinal: un instrumento creado en 2020 desvirtuó el espíritu original de la ley (2024)

Cannabis medicinal: un instrumento creado en 2020 desvirtuó el espíritu original de la ley (1)

Existe algo llamado pirámide de la evidencia científica, que viene a dar cuenta de cuán confiables son los diferentes modelos de investigación. Según este modelo, cuanto más cerca de la cúspide, más sólidas y fiables serán las evidencias reportadas. Pero a la inversa, cuanto más cercanas a la base mayor es el riesgo de manipulaciones y sesgos ideológicos.

En la actualidad es vasta la evidencia de que, valga la redundancia, aún falta mucha evidencia sobre las potencialidades terapéuticas de los cannabinoides presentes en la planta de marihuana. O, dicho de otro modo, aún no existe comprobación suficiente para demostrar que los beneficios para la salud son suficientemente mayores que los perjuicios. Porque para garantizar la efectividad de un fármaco elaborado a base de cannabinoides, se necesita avanzar desde la base (la experiencia personal de los usuarios, la opinión de expertos, la recopilación informal de casos), sorteando distintas instancias de prueba, experimentación y validación, hasta la cúspide de la pirámide (estudios de revisión sistemática o meta-análisis). Y si en alguna fase exploratoria ese fármaco generara algún efecto paradojal significativo, o bien no se demostrara mejora sustancial en la función buscada, la investigación queda descartada.

La ciencia y la medicina operan de formas diferentes a los parámetros ideológicos de la política.

La ley original de marihuana “medicinal” N°27350, sancionada en el año 2017 bajo la administración del ex presidente Mauricio Macri, establecía un interesante marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados, garantizando y promoviendo el cuidado integral de la salud y previniendo posibles desvíos. Lejos de negar el fenómeno, lo que buscaba esta norma era brindar un paraguas de certezas científicas para poder avanzar en este aspecto. Lo que taxativamente esa norma no contemplaba era la posibilidad del autocultivo de marihuana, algo penalizado por la ley de estupefacientes.

Fue muy sintomático que, a pocos meses de promulgada la ley, un grupo de diputados impulsara una modificación intentando introducir la posibilidad de la tenencia y del autocultivo. Aún más sugestivo fue que tres años después, el decreto 883/20 firmado por el ex presidente Alberto Fernández modificó la reglamentación de la 27350, cambió diametralmente su espíritu original y, amparado en el supuesto fracaso del Estado en garantizar el acceso a la salud del grupo poblacional alcanzado por la normativa, creó el troyano perfecto para habilitar el tan reclamado autocultivo: el Registro Nacional de Pacientes en Tratamiento con Cannabis (REPROCANN).

El decreto 883/2020 viene a ser la flecha descendente en la pirámide, la que nos acerca al relativismo ideológico y nos aleja de la evidencia científica que procuraba alcanzar la ley original del 2017. No sólo eso: al habilitar el autocultivo de marihuana para que cualquier persona elabore preparados “curativos” sin establecer qué cannabinoides son efectivos para qué dolencias, sin ningún tipo de protocolo de control sanitario, sin definir para qué usos, sin definir dosis, sin establecer contraindicaciones o riesgos, sin determinar edades, nos han convertido en conejillos de indias de una industria paralela del sanitarismo ilegal, que floreció al amparo de los grises normativos, la falta de controles, los desvíos, las avivadas y el vale todo.

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Por ejemplo, los famosos aceites de CBD (cannabidiol) que circulan libremente entre nosotros tienen una altísima toxicidad hepática. Está documentado y ampliamente comprobado el daño al hígado del consumidor, en especial en niños que están en plena etapa madurativa de este órgano, o en adultos mayores. En paralelo, convivimos con goteros y preparados de dudosa procedencia, que se comercializan en dietéticas y hasta en veterinarias. Pócimas y ungüentos magistrales que, para la creencia popular instalada, todo lo curan, todo lo sanan.

Sin embargo, existen informes que demuestran que la marihuana no es mucho más efectiva que un placebo en, por ejemplo, paliar el dolor. Y que lo que existe es un condicionamiento social que predispone a la gente a confiar ciegamente en los beneficios, motorizado en gran parte por los medios masivos de comunicación, las revistas académicas y la información disponible en Internet. Sucede que si una persona cree que experimentará un alivio de su dolor usando un determinado producto o tratamiento, esto puede cambiar la forma en que terminan percibiendo las señales de dolor entrantes, haciéndoles pensar que su dolor es menos severo.

No sólo eso. Las estadísticas oficiales demuestran un incremento del uso de marihuana en estos últimos tiempos. De acuerdo con el Observatorio Argentino de Drogas (OAD) de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar), la prevalencia año de marihuana en población general era del 3,2% en 2010, 7,8 por ciento en 2017 y casi 14 por ciento en la última medición del 2022. El consumo de esta droga casi se ha duplicado en cinco años, y se ha cuadruplicado en doce.

¿Explicación? Al amparo de la proclama “medicinal”, se produjo una sistemática y metódica construcción de un imaginario social relativista y banalizador, una baja en la percepción del riesgo, un aumento en la tolerancia social, y una mayor disponibilidad de cannabis debido a las flexibilizaciones normativas sobre el autocultivo (y los desvíos, claro). Porque aunque parezca increíble, resultaba sencillo inscribirse en el REPROCANN para cultivar con fines “medicinales” y utilizar ese paraguas legal con fines comerciales ilícitos. Y para los inadvertidos que suponen que para eso está la ley penal y la fuerza pública, sepan que el Ministerio Público Fiscal siempre ha tenido severos inconvenientes para acceder a la base de datos de cultivadores en los tiempos y formas que dictan cualquier allanamiento por infracción a la 23737.

Por otra parte, cualquier política pública implica una determinada utilización de recursos del Estado destinados a resolver alguna situación problemática que, desde una perspectiva de accountability, responsabilidad y rendición de cuentas, deben ser evaluadas y dimensionadas según su alcance y su impacto en el conjunto de la población. En el caso de la marihuana “medicinal”, el REPROCANN y el invocado derecho al acceso a la salud, un relevamiento a cargo de la Universidad Nacional de Quilmes, la revista THC y el Centro de Estudios de la Cultura Cannábica Argentina (Cecca) pone en evidencia que existiría un sobredimensionamiento y una magnificación de un fenómeno que, sin negarlo, no sería lo suficientemente significativo como nos quieren hacer creer.

La investigación estimó que en Argentina hay cerca de un millón y medio de usuarios de cannabis, de los cuales sólo dos de cada diez la consumen con fines medicinales. Si desglosamos por edades y finalidades de uso, las pruebas son aún más contundentes. En la franja de los 16 a 24 años (representa el 49 por ciento del total país), nueve de cada diez accede a la marihuana con fines recreativos. Entre los 25 y los 39 años (43 por ciento del total), el uso recreativo representa el 80 por ciento. Y en el resto de la población comprendida entre los 40 y los mayores de 70 años (8 por ciento del total), en la que uno supone que existirían mayores problemáticas de salud, recién a partir de los 55 años el uso medicinal es mayor que el de finalidades recreativas.

A confesión de partes relevo de pruebas.

Bien sabemos que lo recreativo siempre antecedió a cualquier otro uso posible, y que lo medicinal fue la posverdad perfecta para modelar el imaginario social y abrir las puertas a la legalización de la marihuana.¿Estamos ante una normativa diseñada originalmente para acompañar y resolver las problemáticas de salud de unas 300 mil personas aproximadamente, pero que con el troyano del autocultivo para uso recreativo “responsable” terminó dañando exponencialmente a un gran conjunto de la población, especialmente a nuestros niños, niñas y adolescentes?

Entre las varias bombas activadas por la administración saliente, la gestión del presidente Javier Milei se encontró en el REPROCANN con un total de 375.000 registros (de los cuales más de la mitad tienen credenciales inactivas), y un cuello de botella de unas noventa mil solicitudes pendientes de revisión. Lo más llamativo es que sólo un 4 por ciento de estas nuevas inscripciones cumple con alguno de los diagnósticos afines al Programa Nacional para el Estudio y la Investigación del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus Derivados y Tratamientos No Convencionales.

Por el contrario, ocho de cada diez prescripciones indicadas son por trastornos de ansiedad, insomnio y/o dolores. La lista de otras patologías o afecciones certificadas es realmente extensa y variopinta, desde dismenorreas hasta colon irritable. Algo así como una tómbola de diagnósticos en los que la marihuana emerge como la panacea. Algo así como dar en el blanco con los ojos vendados.

Dato color para el sinceramiento: el diagnóstico médico “con fines recreativos” alcanza el 3 por ciento de las solicitudes de inscripción sujetas a fiscalización en el REPROCANN.

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Cannabis medicinal: un instrumento creado en 2020 desvirtuó el espíritu original de la ley (2024)

FAQs

¿Quién inventó el Cannabi? ›

Aunque se supuso que la marihuana tenía su origen en Mesoamérica, ahora se sabe que es sólo una leyenda urbana de poca credibilidad y que sus orígenes los podemos registrar en referencias médicas chinas datadas alrededor del año 2737 a. de C.

¿Quién trajo el cannabis a México? ›

El cannabis, ha recorrido todo el mundo y llegó a México con Cristóbal Colón, que la traía en sus embarcaciones en cuerdas hechas de cáñamo. Hernán Cortés importó diversas plantas de Europa y Asia, incluyendo la cannabis sativa e indica con el fin de levantar la economía de la Nueva España.

¿Dónde es originaria la planta de cannabis? ›

La marihuana viene de una planta llamada cáñamo. Su nombre científico es Cannabis sativa. El principal ingrediente activo de la marihuana es el THC (abreviatura de delta-9-tetrahidrocannabinol). Este ingrediente se encuentra en las hojas y los brotes de la planta de marihuana.

¿Quién descubrio el Cannabis Sativa? ›

es una planta anual que pertenece a la familia Cannabaceae, fue clasificada botánicamente por primera vez en 1753 por Carl Linnaeus. Posteriormente, en 1785, Jean Baptiste Lamarck descubre otra especie a la cual denomina C.

¿Qué significa Cannabi en español? ›

El término marihuana se refiere a las hojas secas, flores, tallos y semillas de la planta Cannabis sativa o Cannabis indica. La planta contiene tetrahidrocanabidol (THC), una sustancia química que provoca alteraciones mentales, además de otros compuestos similares.

¿Quién fue el primero en fumar? ›

Rodrigo de Jerez era uno de los marinos que navegaron hacia América en la Santa María, en el primer viaje de Colón en 1492. Se le atribuye ser el primer europeo en fumar tabaco.

¿Dónde es originario el cannabis? ›

El cannabis, al contario de lo que se suponía, proviene de Asia central, y a lo largo de más de 5.000 años ha viajado por todo el mundo con diferentes finalidades [1].

¿Qué lugar ocupa México en el consumo de cannabis? ›

En especial, México ocupa el lugar 26 de los 30 países calificados, encontrándose entre los 5 con calificación más baja. El Índice Global de Políticas sobre Drogas es el primer análisis mundial basado en datos sobre las políticas en materia de drogas y su aplicación.

¿Cuándo se volvió ilegal el cannabis? ›

La Ley del Impuesto sobre la Marihuana de 1937 efectivamente hizo ilegal la posesión o transferencia de cannabis en todo Estados Unidos según la ley federal, excluyendo los usos médicos e industriales, mediante la imposición de un impuesto especial sobre todas las ventas de cáñamo.

¿Qué otro nombre tiene la planta de cannabis? ›

¿Qué apariencia tiene? El término marihuana por lo general se refiera a las hojas, los tallos, las semillas, y las flores secos y triturados de la planta conocida como cáñamo.

¿Dónde vive el cannabis? ›

Se encuentra con cierta frecuencia en terrenos baldíos o en plantíos de ornamentales urbanos, probablemente a partir de semillas caídas de cigarrillos.

¿Dónde se produce más el cannabis? ›

De acuerdo con varias fuentes Estados Unidos es el productor más grande del mundo.

¿Dónde se consumió el cannabis por primera vez? ›

Los orígenes del cannabis

El registro escrito más antiguo conocido sobre el consumo de cannabis proviene del emperador chino Shen Nung en 2727 a. C. Los antiguos griegos y romanos también estaban familiarizados con el cannabis, mientras que en Oriente Medio su uso se extendió por todo el imperio islámico hasta el norte de África.

¿Qué fue primero, índica o sativa? ›

El botánico sueco Carl Linnaeus identificó por primera vez las plantas de cannabis psicoactivo como cannabis sativa a mediados del siglo XVIII. Menos de medio siglo después, el biólogo francés Jean-Baptiste Lamarck identificó el cannabis indica como una especie diferente mientras estudiaba las plantas de cannabis en la India.

¿Cuál es el significado de 420? ›

El origen del 420 se remonta a un grupo de estudiantes de secundaria en California, en los Estados Unidos, en la década de 1970. Los estudiantes se reunían después de clases a las 4:20 pm para fumar mariguana, y la frase "420" se convirtió en un código secreto para hablar de cannabis.

¿Quién fue el inventor del porro? ›

El primer registro del uso de porros proviene de la década de 1850 en México, cuando un farmacéutico de la Universidad de Guadalajara de aquel país se percató de que los trabajadores del campo mezclaban las hojas y las flores de la marihuana con tabaco en sus cigarrillos.

¿Qué provoca fumar Cannabi? ›

Relajación, somnolencia, sensación de lentitud en el paso del tiempo. Desinhibición, alegría desmedida, enrojecimiento ocular. Aumento del ritmo cardiaco y la tensión arterial.

¿Quién creó la Kush? ›

Resulta difícil asegurar quién creó verdaderamente la OG Kush original, pues hay distintas versiones de la historia, sin embargo, la mayoría coincide en que implica a dos sujetos: Matt “Bubba” Berger, un cultivador de Florida y Josh D, un breeder de Los Ángeles.

¿Dónde se originó el cáñamo? ›

Los primeros registros del cultivo y uso del cáñamo provienen de China , donde probablemente se originó la especie (Ehrensing). Los pueblos inmigrantes probablemente trajeron cáñamo a Europa donde, en el siglo XVI, ya se distribuía ampliamente, se cultivaba para obtener fibra y la semilla se cocinaba con cebada u otros cereales y se comía (Dempsey, 1975).

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